DESDE EL MARCO
(El amor después de la vida)
(El amor después de la vida)
Autor: Aldo Pérez
Valor: AMOR
Yo la veo hermosa. Es un retrato enmarcado en madera imitación roble. La fotografía es muy buena, sobre todo teniendo en cuenta que, cuando fue tomada, entre los años ‘46 y ‘47 no existían los medios técnicos que hay ahora. Sin embargo fue retocada y embellecida en sus rasgos sobresalientes.
Tomo el cuadro entre mis manos y lo apoyo contra mi pecho; ella escucha mis latidos y yo los de ella. Le hablo y le pregunto cómo esta. Con un susurro me dice “bien”. Ahora alejo suavemente la foto y veo que sus ojos se entrecierran y su sonrisa se amplía. De pronto cambia la expresión porque ve que mis ojos se humedecen. Disimulo y entonces la acerco a mi rostro. Volvemos al diálogo recordando cosas íntimas, sencillas que nos hicieron tan felices.
Todo esto ocurre cuando estoy por acostarme, cerca de la media noche. Entonces coloco el retrato en el lado izquierdo de la cama y yo me ubico de espalda en el derecho. Luego giro mi cuerpo lentamente hacia su lado y paso mi brazo sobre el cuadro.
Desde el marco ella me mira de reojo y me agradece el abrigo que le brindo.
Luego la beso con mucha suavidad, apago la luz y con la voz entrecortada la saludo ¡Hasta mañana mi amor!
Sí, ya sé. Muchos creen que es una fantasía o un achaque de un viejo medio loco ¡Pobres! Aún no han entendido que cuando dos seres se aman de verdad y comparten toda su vida, no hay fuerza que pueda separarlos, ni siquiera la muerte. Porque ella sigue viviendo en mí y yo la veo y la escucho con los ojos y los oídos del corazón, que son mucho más sensibles que los del cuerpo.
Un rayito de luz que viene del foco de la calle se cuela entre las varillas que conforman la persiana y refleja sobre su rostro. Esta serena y parece descansar.
Cierro los ojos e intento dormir pero oigo que el marco emite un muy leve crujido. No me preocupo porque sé de qué se trata: ella sale del marco y mientras yo simulo dormir, entra con movimientos muy delicados en mi pensamiento. Sabe que de ese modo la voy a soñar durante mi descanso y así volveremos a comunicarnos y a revivir nuestras mejores horas.
Tenemos toda la noche por delante y hasta que las primeras luces de la mañana inunden la habitación, disfrutaremos de nuestro idilio. Y cuando llegue el día, esperaremos ansiosos el regreso de la noche para repetir la ceremonia.